Hoy venía una chica parada con su paraguas GIGANTE. El bondi frenó y ella sin querer le incrustó el paraguas en el culo al que venía delante de ella.
El tipo se dio vuelta diciendo "EPAAAA... EPA, EPA, EPA ¿QUÉ HACEMO'?"
La chica, roja, le decía "Ay, perdoname... fue un accidente ¡Ay, qué horror!"

La sorpresa sin aviso no siempre es buena.

Subieron dos chicas, sacaron boleto y una le dijo a la otra en voz bajita:

"Dale boluda, vos que sos más gordita... pedí el asiento y decí que estás embarazada"

El ingenio no tiene límites.

La señora no se dio cuenta de que cuando puso las monedas la máquina le había devuelto todas. Mientras esperaba el boleto.

"Las tiene que poné toda denuevo"

"Pero si ya las puse..."

"Denuevo doña, ahí la máquina se las escupió toda"

"Al final tanta máquina... vos me lo hubieras dado más rápido"

Todo tiempo pasado fue mejor.

El colectivo se movía de un lado para el otro y estaba REPLETO de gente. Hasta que una voz irrumpió en el silencioso ruido de motor de bondi:

“¡Flaco, pará de apoyarme!”

Y el tipo nada… miraba para arriba…

“Ey, a vos te hablo (codazo) ¡Dejá de apoyarme!”

El tipo la mira a la cara y le dice:

“Tranquila tezoro, zi me guztaran laz minaz voz no zerías mi tipo”

La mejor respuesta es la que hace callar a cualquiera.

Frenó justito... sino se la ponía de lleno en el semáforo.
Entonces el taxi se le puso al lado y el tachero enfurecido le gritó por la ventanilla:

"Bondibusero tenías que ser... pelotudo"

"Cerrá el orto boludo, por lo menos a mí no me dicen por dónde tengo que ir"

Hasta la más mínima diferencia hace la diferencia.

El nenito estaba insoportable: gritaba, lloraba, pedía, hablaba fuerte, le pegaba al padre.
Hasta que la mamá no aguantó más y le gritó muy fuerte:

"¡¡¡NICO, SENTATE AHÍ Y DEJÁ DE ROMPER LAS PELOTAS LA PUTA QUE TE PARIÓ!!!"

Los modales comienzan por quién los enseña.

Hoy subió una chica, de unos 15 años, con dos mochilas... una puesta y otra en la mano. Detrás de ella subió un pibe que mientras buscaba asiento con la vista le dice:

"Dale... pagá que me voy a buscar un asiento"

"Sí mi amor... no me sacás el monedero del bols..."

"Dejame de joder..."

Y se fue a sentar. En un sólo asiento. Y cuando la chica llegó no la hizo sentar ni en su regazo, sólo le agarró la mano y mientras hablaba por celular con un amigo, muriéndose de la risa.
Ella sólo lo miraba y sostenía las mochilas.

Hasta que una viejita se acercó a la chica y desde atrás le dijo:

"Nena... la basurita a la vereda. Acordate siempre de eso"

Lo único malo de la experiencia, es que se aprende tarde.